Es una regla fija, matemática e inalterable, que
llegado el verano a todas horas nos bombardean con imágenes de cuerpos
esculturales en los medios de comunicación. Las webs, revistas y diversos programas
se empeñan en mostrarnos a esos monumentos ambulantes, femeninos y masculinos, en
su grácil deambular por las playas y costas españolas y extranjeras. Monumentos
humanos que provocan que te mires al espejo y pienses; Dios, ¿En serio
pertenecemos a la misma raza? Pero que mal repartido está el mundo...
Disconformidad que puede incluso producirte un
sentimiento interior difícil de digerir, una depresión total, vamos. Cuando realmente
te hacen creer que el mundo está repleto de dioses y diosas del olimpo que cada
verano se dignan a pasear su divino palmito por el mundo terrenal, regalándote
la vista con su espectacular presencia pero hundiéndote a la vez en los fangos
de la realidad, la de la certeza de que, ni naciendo de nuevo, podrías tener
jamás ese cuerpazo.
Y ti, un human@ de a pie, con tus chichas, esos kilillos adoptados, y esa celulitis que
parece que alguien estuvo jugando a machaca
al topo entre tus dos muslos, te entran ganas de comprarte un burka de baño.
Pero no te deprimas, no creas nada de eso, voy a
indicarte que existe un lugar ideal para rebatir ese sentimiento de bajón
general, un lugar destinado a iluminar la conciencia de los pocos elegidos para
ello, los que están preparados para saber que todo es mentira, que el mundo real no es así y ese lugar se
llama… aquapark.
Porque en la playa a penas alcanzas a ver la voluptuosidad
de tus vecinos de toalla y la de algún que otro ingenuo que te tropieces en el
urgido camino entre la toalla y las olas, mientras vas más preocupad@ en que nadie vea tus imperfecciones que en fijarte tú en las de ellos.
Pero en el aquapark la verdad es revelada ante tus ojos. Una verdad en
forma de michelines y michelones, de barriguitas y barrigotas, de tripitas
colgonas y descolgadas, de celulitis rebelde en culetes grandes y pequeños. De estrías
capaces de dar la vuelta al mundo sin motor, pechugas despechugadas que se
retuercen entre extraños amarrijos de bikini y espectaculares espaldas
dobles e incluso triples. Y piensas, Dios, ¿es que acaso he muerto y me hallo
en el nirvana?, ¿he sido transportado al mundo de los imperfectos, donde mi
cuerpo serrano no destaca para bien ni para mal?
Sí, existe ese lugar donde no hay modelos de cuerpos
prietos y bien definidos, y donde en el remoto caso de que hubiese alguna,
sería mirada con extrañeza e incluso con repulsión por el resto de humanas a su
derredor, con cara de; ¿de dónde ha salido este bicho raro que no tiene ni
siquiera una mísera piel de naranja?
Es pues un auténtico baño de realidad, porque sí, porque ahí están los humanos de verdad, los de a pie. Y puede
que mal de muchos sea consuelo de tontos, pero seguro que también tú escondes
algún que otro michelín por ahí... ;).
Buen finde cuerpos diez ;).